
Hace mucho, mucho tiempo,
existió un reino junto al mar,
en el que me solía escapar a jugar.
Era un lugar hecho a mano,
un reino reciclado donde lo que aparentaba de poco valor, cobraba importancia y adquiría un nuevo sentido.
Restos de vidas ajenas iban llegando a la orilla y
descubrirlas de repente, allí escondidas entre la arena,
era un milagro para mis manos de recolectora,
una delicia a mis ojos de niña curiosa.
Examinaba cada pieza con sumo cuidado,
tratando de imaginar su procedencia,
fascinada por sus extrañas formas y colores,
admirando la transformación que habían sufrido,
las huellas de sus pasos por el mar.
Podía pasarme horas y horas entre aquellos tesoros hasta acostumbrarme a su presencia,
hasta que ellos dejasen de ser náufragos y se encontrasen a salvo,
al sol,
en tierra firme.
Hace mucho, mucho que habito aquí y que espero.
Llegas justo a tiempo.