Yo yoyó




Breve tiempo de reposo al abrigo de tu mano.
Temblorosa piel que duda si tener o no tener.
Sostener implica y soltar complica...
Insoportable carga para el lanzador inexperto adicto al juego.
Tu índice inquieto recorre mis formas escritas en clave.
Código que mide texturas, calibra el peso, valora la fuerza y calcula el espacio a corto plazo.
Atada al eje de un discurso extremo que se da cuerda solo,
sube por mi espalda una soga de palabras endulzadas que se me atragantan.
Ceñidas a mi cuello se enrollan rozando la asfixia en un constante vaivén.
Tira y afloja. Sube y baja. Remolino provocador. Ahora sí y ahora no.
Calambre en la sien regado por el chorro de un sudor frío.
Ritmo trepidante de latidos enfurecidos con el rechinar de dientes.
Pitidos en los oídos. Demasiada presión puede reventar la olla.
Picor en las yemas de los dedos. Exigen acción inmediata.
Inevitablemente, se rompe el hilo.
Rodar y rodar hasta una distancia prudente.
No tocarte, podría devorarte.
Prefiero mirar.
Sólo mirar.
De reojo.




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